sábado, 16 de enero de 2016

A LA CONQUISTA DEL MIEDO. PRÁCTICAS.

El miedo es una de las emociones más básicas. Como especie, el miedo nos sirvió para sobrevivir y llegar hasta aquí. El miedo nos protege del peligro, nos alerta y prepara para que podamos defendernos. Pero, aunque ya no tenemos que enfrentarnos a felinos hambrientos  ni a otros depredadores, hay personas que sienten el miedo cotidianamente y/o intensamente.
A veces, ocurre porque la persona conserva grabada en el sótano de la mente una experiencia negativa-desagradable que tuvo en la infancia y, en la actualidad, resurge el temor cuando está ante una situación que su mente determina que es similar a la de su infancia (de pequeño los compañeros de colegio se reían de él /ella); en otros casos no sabemos cómo se originó (fobias a las serpientes); puede que el miedo  lo viva en el trabajo ( miedo a no realizar la tarea de forma óptima, miedo a ser despedido), etc. La mente puede imaginar mil situaciones  peligrosas posibles  y despertar así la emoción del miedo. 







Cuando aparezca el miedo puedes afrontarlo de este modo:

No escapes. El miedo va acompañado de sensaciones físicas, el corazón late más deprisa, puedes empezar a sudar, a ponerte tenso y la primera reacción es no querer sentir lo que se está sintiendo. La mente dice "hay que escapar de aquí". Pues bien, no huyas, no intentes evitar tu emoción; quédate con ella. Miedo es una emoción como otra cualquiera,  recuerda, ¡ya no hay leones sueltos!.

Reconoce lo que estás sintiendo. Puedes decirte "en este momento siento miedo", "ahora estoy atemorizado". Cuando reconoces lo que estás sintiendo estás estableciendo una pequeña línea de separación entre el miedo y tú. Estás estableciendo un espacio de libertad, ya no necesitas reaccionar como otras veces, ahora puedes pararte, respirar y hacerte amigo de tu miedo.

Acepta lo que estás sintiendo. Observa como un investigador curioso las sensaciones que tienes. No luches contra ellas. Acepta que sudas, que tu corazón late muy deprisa, etc. No intentes sentir otra cosa distinta a la que estás sintiendo. 

Respira. Quédate dónde estés, o busca un lugar dónde sentarte en los alrededores, y comienza a hacer respiraciones, inhalando y exhalando por la nariz.  Sé que es un momento difícil, pero no tienes que huir, puedes permanecer ahí, respirando. Centra tu atención en la respiración o, si prefieres, centra tu atención en tus pies, apóyalos bien en el suelo (estés sentado o de pie) y enfócate en sentir las plantas de los pies totalmente apoyadas en el suelo, dirige tu atención a los dedos de los pies, a observar el contacto de unos dedos con otros, a observar si percibes alguna sensación en los dedos: roce, humedad, calor, tirantez o cualquier otra o, simplemente, no tienes ninguna sensación; continúa observando el empeine del pie, el talón, respira y observa tus pies hasta que te sientas más aplacado.

Sé amable y benevolente contigo. Sigue respirando  observa que es tu mente la que está inventando escenarios difíciles y peligrosos. Tienes una emoción difícil, te sientes mal, no te juzgues ni te critiques por ello, y dirige de nuevo tu atención a la respiración.


Sabes que pasará, no te olvides. Todo es impermanente en la vida, todo pasa; los buenos y los malos momentos. No te olvides de ello cuando estés sintiendo miedo. El miedo también pasa, se queda contigo y después se va. Permite que venga y vaya sin sumergirte en él. Obsérvalo como un nubarrón que pasa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario